Una carta de despedida y muchas dudas por resolver
Antes de quitarse la vida con un disparo en la cabeza, el expresidente Alan García Pérez dejó una carta que fue leída por Luciana García Nores, una de las hijas del exmandatario, en el velatorio en el local del Partido Aprista.
En la carta, García revela que ya tenía firme su fatal decisión y también se refiere a sus adversarios políticos: “Nuestros adversarios optaron por la estrategia de criminalizarme durante más de 30 años, pero jamás encontraron nada y los derroté nuevamente”, indica la misiva.
Al igual que sus aliados políticos, García acusó las investigaciones en su contra como “humillaciones”. “En este tiempo de rumores y odios repetidos, que las mayorías creen verdad, he visto cómo se utilizan los procedimientos para humillar o vejar y no para encontrar verdades. Por muchos años me situé por sobre los insultos, me defendí y el homenaje de mis enemigos fue argumentar que Alan García era suficientemente inteligente como para que ellos no pudieron probar sus calumnias”, escribió.
Sobre las acusaciones de enriquecimiento ilícito, el expresidente expresó que “no hubo ni habrá cuentas ni sobornos ni riqueza. La historia tiene más valor que cualquier riqueza material”.
García terminó su despedida dirigiéndose a su familia y correligionarios: “por eso le dejo a mis hijos la dignidad de mis decisiones, a mis compañeros una señal de orgullo, y mi cadáver como una muestra de mi desprecio hacia mis adversarios porque ya cumplí la misión que me impuse”.
MÁS DUDAS QUE CERTEZAS
Sin embargo, la revelación de la carta de despedida también generó interrogantes que aún no encuentran respuesta. ¿En qué momento el expresidente escribió esa misiva? ¿La tenía preparada antes de la llegada de los fiscales? ¿O fueron estos quienes le dieron tiempo de dirigirse a su dormitorio, redactar la carta, imprimirla, firmarla y colocar su huella digital en ella antes de pegarse un tiro en la sien?
Existen otros elementos que contribuyen a la incredulidad evidenciada en redes sociales. El primero de ellos es la filmación de Canal N que muestra el momento del allanamiento del domicilio de García. Aunque la gente de prensa estuvo presente en el momento en que se oyen gritos al interior de la vivienda, lo cierto es que en ningún momento se oye disparo alguno. Ello ha creado una tendencia en redes que pone en tela de juicio la autenticidad de los hechos.
Asimismo, una bala directa en la cabeza con disparo de orificio de entrada y salida es muerte instantánea. Además, la cabeza es el órgano más sangrante del cuerpo y en ningún momento se observó un charco de sangre.
De igual manera, la no difusión de la necropsia, y aún más, la incertidumbre respecto a si efectivamente esta llegó a realizarse, considerando que se consigna una muerte por suicidio y debe ser responsabilidad de las autoridades determinar científicamente a través de un protocolo de necropsia si en realidad Alan García murió por dispararse en la cabeza. En este sentido, extraña la ausencia de interés por revelar esta parte de la información.
Finalmente, el hermetismo con que se realizó el velorio del expresidente y la decisión de cremar sus restos, aunque son derechos de la familia que se debe respetar, terminan por ampliar el manto de misterio sobre el destino final de García.
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